Hasta hace poco tiempo había una especie de estafa muy hilarante en la cual aún caían algunos crédulos. Tal como el Santo Grial o el elixir de la juventud, la parte tardía del siglo XX conoció el Mercurio rojo. Según los promotores de tal engaño, el mercurio rojo era una aleación de mercurio, creado de forma artificial, en la Unión Soviética, y del cual se le asignaba toda clase de propiedades prodigiosas. Desde ser el elemento que podría generar la fusión en frío, hasta ser el remedio definitivo para toda clase de cáncer. Ante tal virtud, el elemento debía de ser muy pero muy caro. Supuestamente con la caída de la Unión Soviética todo el conocimiento sobre la sintetización del mercurio rojo se perdió y lo que resta son solo algunos kilos del compuesto en formato polvo (el mercurio es un metal pesadísimo, en algunas presentaciones venenoso y no eliminable por el cuerpo humano, y a temperatura ambiente se presenta en estado líquido). Así es como se pueden llegar a pagar sumas considerables por un kilo del compuesto.
Por supuesto, no hay nada como tal mercurio rojo. Pero aún así hay gente, sobre todo en sudamérica, en las regiones norandinas, que dan todo de sí a fin de hallar el mercurio rojo.
El mercurio rojo, un compuesto artificial que es capaz de mejorar la calidad de vida de una persona en instantes. ¿Dónde hemos visto eso antes?
El Congreso Futuro, una iniciativa filoacadémica que ha sido valorada positivamente por dar aparente a la ciencias duras y entusiasmar a las versiones cienciasnaturales y matemáticas de los niños poeta, ha sido aplaudida en tanto contribuye a hacer correr algo el hámster de los cerebros locales y darles la sensación que no todo es banalidad. Sin embargo este año se hizo evidente el carácter protocomercial de la misma. No es que la función del Congreso Futuro sea vender cosas… más que snacks y memorabilia a los asistentes y poner bajo la nariz a permanencia las marcas de los patrocinantes, sino de vender como la tecnología del futuro a cuestiones que serán seguramente el mercurio rojo de nuestro siglo.
La cosa pintaba mal con Gabriel Boric presentando al non-fungible-token como una muestra de lo maravilloso que las nuevas generaciones posean conocimientos que los adultos por lo general no desarrollan. Si el NFT no es un elemento de relevancia en la actualidad es porque su estructura no está más lejos de la estafa de los quesitos. El NFT es bitcoin aplicado al registro de propiedad de elementos digitales no materializados. Sin embargo, basta hacer una captura de pantalla para obtener una copia exacta de la imagen en pantalla. Que haya un registro donde conste que hay una sola copia que es la legítima no sirve de mucho. No es como poseer la Mona Lisa; ninguna reproducción de la Mona Lisa nos dará la más exacta representación. Siempre habrá un detalle, alguna fibra, alguna molécula que no estará en la misma posición que el original. En cambio, de los archivos digitales se pueden hacer infinitas reproducciones y en lo medular la información es la misma. Salvo se obtenga una reproducción a menor tasa de bits, no hay manera de obtener un archivo no perfectamente duplicado.
¿Entonces por qué darle importancia al NFT, que tras su «boom» especulativo, hoy tiene a un montón de compradores de humo mordiendo el polvo como tenedores de un archivo digital sin valor intrínseco alguno, en el sentido marxiano del término? Por que es parte de la política frenteamplista de imponer la idea de crecimiento sostenible, contra la evidencia científica y contra las imbatibles leyes de la física.
Del mercurio rojo al hidrógeno verde hay solo un paso. La idea de Congreso Futuro es vendernos un mañana donde podremos seguir consumiendo, comiendo, devorando, destrozando toda la biósfera circundante sin consecuencias, porque por algún motivo la biósfera se regenerará, y todo lo destruído para producir y satisfacer la avaricia corporativa se repondrá porque los nuevos avaros son también responsables. Tasas de crecimiento del siete por ciento para el vaso rebase y por chorreo le llegue a los que están abajo. La electricidad infinita para que todos manejemos por el mundo en automóviles a pilas del genio Elon Musk, prácticamente gratis. Hidrógeno, que al combustionar genera agua líquida y pura en su más prístino estado, no como el combustible fósil, del que por cierto habrá que retirar con artilugios que se echarán a andar con la misma electricidad que proviene del hidrógeno verde.
El carácter de estafa piramidal del tardocapitalismo queda en evidencia cuando vemos qué hay detrás del hidrógeno verde. Ha sido explicado hasta el cansancio por el Antonio Turiel Futbol Club que el hidrógeno no genera electricidad. A lo sumo es un vector de electridad, y bastante malo, por demás. El principio en el que se basa es en la hidriólisis del agua: el agua, compuesto por 2 átomos de hidrógeno y 1 de oxígeno, cuando se presenta en estado puro -es decir, sin la presencia de sales ni contaminantes, es decir, previamente destilada- cuando se le hace pasar una corriente eléctrica mediante dos ánodos, comienza a descomponerse. Es decir, el hidrógeno y el oxígeno rompen sus enlaces y se separan. Así, el hidrógeno resultante queda en condiciones de ser usado como «combustible», es decir, volver a reaccionar con oxígeno, generando una explosión aprovechable y como residuo, agua.
El problema de este proceso es que para generar el hidrógeno se requiere tanta energía eléctrica como la que se va a obtener al momento de «combustionar» el mismo para recuperar la energía, y la verdad que un poco menos. Lo llaman «verde» porque la energía eléctrica que se obtiene para hacer la hidrólisis proviene de placas solares, cuya confección tiene una alta huella de carbono; requiere la extracción de tierras raras y la fusión en hornos de altas temperaturas, las cuales solo se consiguen mediante la combustión de combustible fósil: no se ha conseguido, mediante la mera inyección de energía eléctrica, llegar a una temperatura así de alta, no al menos de forma aprovechable por los ingenios humanos (y allí es donde estriba uno de los problemas actuales de la fusión nuclear en reactor toroidal). Ahí ya tenemos un elemento que resta eficiencia al proceso. Pero luego el agua que se usa para el proceso debe ser de altísima pureza; el agua de mar, o el agua de desecho, o el agua gris, o el agua contaminada no sirve. A lo sumo, sirve agua que debía ser para consumo humano, agricultura y animal, que encima debe ser filtrada, con el consiguiente nuevo consumo de energía. De allí que sea tan alarmante que el papá de Boric esté tan ansioso por atraer las inversiones de hidrógeno verde hacia Magallanes, lugar sensible pues la fuente de energía sería el exiguo sol y las enormes turbinas eólicas, que adolecen de los mismos problemas para su fabricación del que adolecen los hornos solares. ¿No se huele el olor a podrido ya?
A eso se suma la pérdida de terreno cultivable en función de instalar los generadores de energía renovable. Un armatoste para sostener una turbina eólica requiere un entramado de concreto y enfierrado cuya producción no ha sido aún electrificada. Es dudoso que se llegue a amortizar la huella de carbono de todo el proceso una vez que concluya la vida útil tanto de la turbina como del panel de energía solar.
Luego está el problema de enviar el hidrógeno a sus mercados. Luis Boric Scarpa, padre del presidente de la república, y el mismo Boric de hecho, insisten en que el hidrógeno verde representa una oportunidad para sustituir el cobre, cuya ley va en picada con menor posibilidad de aprovechamiento (sobre todo en las vetas que posee Codelco, prácticamente agotadas; el cierre de la Chuquicamata a cielo abierto es la patente evidencia de esta decadencia) como motor de la economía extractivista chilena. Piensan sobre todo en la exportación del hidrógeno verde a Europa.
El problema del transporte del hidrógeno verde es que hay que licuarlo a fin de poder transportarlo. En su forma natural y a temperatura y presión ambiente el hidrógeno se presenta en forma de gas. Para licuarlo se requiere de temperaturas bajísimas, sino próximas a cero absoluto ganas no le faltan; y sino, comprimirlo en bombonas de mucha fuerza, mucho más que los balones de gas. Ambos procesos involucran un nuevo gasto energético, y vamos perdiendo eficiencia en la energía. Ahora, en lugar de tener un rendimiento 1:1 (gasto 1 vatio para generar un vatio) estamos acercándonos al 2:1 (gasto 2 voltios para producir 1). Pero claro, como es energía «gratis» de fuentes «renovables» no hay problema.
El gas hidrógeno, aún compreso y licuado se evapora con facilidad. Aún compreso y licuado pierde 1% de su masa al día. Suponiendo que un buque para transporte de hidrógeno se demore un mes, llega con 1/3 menos de carga de cuando partió. A eso se suma la complejidad del manejo de hidrógeno que lo vuelve vulnerable al mal tiempo. El transporte marítimo del hidrógeno no es seguro.
Prometen como panacea a este problema la solidificación a temperatura ambiente del hidrógeno. Unas pelotas de un material curioso que capturan temporalmente el hidrógeno y luego lo pueden liberar en destino. ¿El problema? Es como meterlo en el balón de gas. Nuevamente la eficiencia energética es el principal escollo.
Por eso el principal mercado exportador de hidrógeno verde viene de allí desde donde se lo pueda trasladar por tuberías. Para transportarlo en tuberías, el hidrógeno debe mezclarse con gas natural y luego separar la mezcla en destino. Eso, o cambiar nuevamente toda la infraestructura de cañerías a fin de colocar cañerías que sean resistentes al tránsito del hidrógeno. Por cierto: el hidrógeno es altamente corrosivo. Aún aleado con gas natural, la vida útil de las cañerías se ve severamente mermada. Imagine la ignición en una fuga de gas hidrógeno mezclado con metano. Ahí los conejos en llamas van a ser más que un chiste; serán un recuerdo de tiempos mejores.
Entonces, ¿por qué tanto empeño en que metamos nuestros ahorritos y nuestro empeño en financiar una empresa que tarde o temprano -más temprano que tarde- resultará ostensiblemente ruinosa?
Por las ventas cortas.
El mejor momento para vender al momento de formar una estafa piramidal es mientras está creciendo. Mientras los tontos no se dan cuenta que han sido tontificados. Es evidente que mucha gente, ante la expectativa de verse en medio de la fiebre del nuevo oro negro buscará ponerse por debajo de la vertiente infinita de dinero que será la exportación de hidrógeno verde, y seguramente comprarán participaciones en dichas empresas. Empresas de las que el padre de Boric tiene un extraño entusiasmo. El papá de Boric, dueño de enormes extensiones de terreno en Magallanes, ideales para colocar turbinas y generadores solares. Todo, mientras para el público está «salvando el planeta» y alimentando la idea de un «desarrollo sostenible», el nuevo lavado de imagen a la cuestionabilísima idea del crecimiento económico ilimitado.
Pero la física no miente. La idea de un crecimiento económico infinito es imposible. Para mantener el actual nivel de gasto y consumo que lleva el planeta no es que no baste con 3 planetas tierras, es que se está realizando a una tasa tal que en lugar de impedir la reposición de los recursos renovables estamos derechamente destruyendo los mecanismos de regeneración. Todo para que en los números de fin de año aparezca un magro 1 por ciento de crecimiento. Y sin embargo tú debiste trabajar el doble que el año pasado, para obtener un poco menos de dinero que el año pasado, dinero que, aparte de menos, es capaz de pagar menos cosas que el año pasado. ¿Cómo se entiende eso?
Es la estafa piramidal que está cayendose a pedazos.
Es la avaricia infinita de los cuicos el que ya comienza a desesperarse por no encontrar más de dónde sacar tajaditas.
El desacople del dólar al patrón oro en 1972, que desechó los acuerdos de Bretton Woods fue el punto de partida del capitalismo actual. Irónicamente coincide con la publicación del documento que pronosticaba la sentencia de muerte de un capitalismo que crecía ya a una tasa insostenible, para antes de 2050. Ahora, con un dinero desacoplado de la existencia de bienes transables, con un dinero que representa nada más que obligaciones que aceptan el pago mediante dinero en manos de grandes potentados que con su sola presentación -o jactancia de que lo poseen- pueden obtener cualquier prestación al crédito, con la promesa de que en un futuro será pagada la obligación, con personas, empresas y estados tomando deudas a cien años, suponiendo que el dinero viaje las suficientes veces de mano en mano para poder pagar lo prometido, las posibilidades de seguir sosteniendo que es necesario hacer crecer la cantidad de elementos producidos para mantener las posibilidades de sobrevivencia de toda la humanidad es contradictoria.
Necesitamos gastar menos, no más. Necesitamos reducir el tamaño de la actividad económica, no hacerla crecer. Necesitamos que los cuicos dejen de ganar 100000 de veces más dinero que la gente más pobre.
Necesitamos que dejen de haber segundas y terceras viviendas. Necesitamos que se termine la cultura rentista. Necesitamos que se invierta en bienes durables y permanentes. Necesitamos maquinaria reparable y no sustituible. Necesitamos ciudades pequeñas y autosuficientes con agricultura y mercado de cercanías. Necesitamos dejar de depender del automóvil para hacer todo. Necesitamos transporte público eficiente y flexible, en lo posible gratuito. Necesitamos que las lógicas del capitalismo mueran, o los que moriremos de súbito y violentamente seremos los humanos. Hasta hace unos años se pensaba que había margen para hacer la transición, hoy ni siquiera queda claro si hay margen para que el proceso no sea doloroso, evitar muertes y sufrimientos masivos, o ocurra disruptivamente.
Pero ahí está Boric. Hablando del NFT. Vendiendo hidrógeno verde. Vendiendo el nuevo mercurio rojo. Cuando el agua para beber sea para la barcaza que le lleva hidrógeno a los alemanes y no para las últimas lechugas de tu patio, dudo mucho que nos queden ganas de decir «disfruten lo votado» pero para peor, la dura realidad es que tampoco había otra cosa a la que votar. Disfruten lo no quemado, y que les sea leve. — W. JONES ●